miércoles, 13 de febrero de 2013

Nuestra Adaptación a la Conquista.

The following article is translated into Spanish from the English original, written by David D’Amato.




El bombardeo del pasado viernes 1 de febrero de la embajada de Estados Unidos en Ankara, Turquía, dejó un saldo de dos muertes y otras dos personas heridas. El ataque se dio después de una serie de ataques mortales a otras embajadas estadounidenses en el norte de África en septiembre del año pasado.
Como podía esperarse, el Congresista Ed Royce, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, se puso a trabajar inmediatamente, manufacturando el tipo de Neolengua que uno asocia con el Ministerio de la Verdad del 1984 de Orwell. Recapitulando lo que a estas alturas es una táctica bastante trillada para infundir el miedo colectivo, Royce describe el ataque como “un crudo recordatorio de la constante amenaza del terrorismo”.
Como alternativa al esfuerzo orwelliano de relaciones públicas emitido por los medios corporativos y gubernamentales, podríamos ponderar el ataque como la reverberación de un amplio sistema de guerra y política global. Podríamos preguntar qué tipo de relaciones políticas producen los resultados que estamos obteniendo, y si la “verdad oficial” que nos es otorgada por nuestros líderes es merecedora de nuestra confianza.
Sea lo que sea lo que esas “verdades” proclaman, existe otra narrativa, una narrativa radical, que compite con la anunciada a los cuatro vientos por las voces del poder establecido. Los anarquistas de mercado entienden la relación fundamental y de larga data entre el impulso imperialista y la institución del estado per se, relación que se manifiesta continuamente a través de la historia y los sucesos contemporáneos.
De hecho, nos oponemos al estado como un todo por muchas de las mismas razones declaradas por los que se oponen específicamente a la guerra y el imperialismo: concretamente, que la guerra (como se demuestra a lo largo de la historia) no representa la defensa sino la agresión, no la represalia sino la conquista. Si suspendemos por un momento la mitología que presta legitimidad a la guerra, veremos de inmediato que intereses económicos particulares la promueven, intereses elitistas completamente disociados de aquellos del resto de la población.
Tal como lo explicó Frank Chodorov: “El estado está históricamente afincado en la conquista. El propósito de la conquista es la explotación. La explotación es cualquier medio de obtener bienes y servicios sin contraprestar un equivalente a través del intercambio…” El trabajo de Chodorov describe la guerra como “la completa negación de la libertad de mercado”, argumentando que la guerra y la conquista — a la que nos hemos adaptado con el pasar de los años — son el modus operandi del estado, tanto domésticamente como en el exterior; el principio de invasión se aplica a los dos ámbitos de la misma manera.
La guerra es por lo tanto inseparable en la práctica de lo que hemos llegado a identificar como “terrorismo”, ambos términos designan hostilidad injustificable e invasiva contra inocentes. Los estadounidenses en particular han sido condicionados a ver el terrorismo como algo separado y aparte de la guerra tradicional, como crímenes atroces cometidos por extremistas lunáticos obsesionados con la masacre aleatoria de civiles.
Señalar que la guerra es equivalente al terrorismo por lo general causa chirridos de indignación y acusaciones de que uno está defendiendo a terroristas. Esto, sin embargo, es exactamente lo contrario de la manera correcta de abordar el argumento. En lugar de considerar este argumento como una una manera de elevar el terrorismo al nivel moral que disfruta el ejército estadounidense, deberíamos verlo como delatador de que estamos equivocados sobre nuestra “defensa nacional” — de que nuestro militarismo tradicional debe ser rebajado en nuestras mentes al espacio moral habitado por los terroristas.
Los anarquistas no buscan proclamarse como los defensores de los terroristas, sino que trabajan para ayudar a disolver la propaganda deformadora que ha servido para presentar a la guerra en una luz positiva durante siglos. Los ataques detestables como el que sucedió en Ankara son atentos desesperados de una gente sin esperanza, de individuos — la mayoría hombres jóvenes — cuya rabia visceral hacia la ocupación extranjera los convierte en víctimas fáciles de exactamente el tipo de lavado cerebral que el gobierno estadounidense usa en casa.
La próxima vez que escuches a un político, al presidente de algún fabricante de armas o un presentador de noticias hablar sobre un ataque terrorista o las misiones estadounidenses en el exterior, escucha atentamente. Debajo de la muy pulida versión de las cosas que presentan, se esconde una verdad escalofriante sobre la naturaleza del estado y del imperio. Una verdad que no quieren que escuches.


Artículo original publicado por David D’Amato el 2 de febrero de 2013.
Traducido del inglés por Alan Furth.


domingo, 10 de febrero de 2013

Criticas Puntuales al Derecho Natural

1. El Derecho Natural defendido por Tomas de Aquino se apoya en un estándar religioso, no es defendido racionalmente si no algo dado como un mandato divino. 

2. El Derecho Natural de Aristóteles es un mandato de la naturaleza, no es defendido racionalmente subrayando en la naturaleza humana un derecho inherente, Aristóteles parte de ellos como preestablecidos. 

3. El Derecho Natural de Rothbard es un residuo del de Aquino pero con más énfasis en lo práctico, conveniente, útil y racional que es el Derecho Natural. 

4. Hoppe parece darse cuenta que el Derecho Natural como tal es indefendible, justamente porque la naturaleza humana es "demasiado difusa" (sus propias palabras) y decide centrarse en el discurso y la argumentacion. 

5. La argumentación no revela jamás como requisito performativo un derecho sobre los bienes externos al propio cuerpo. Hoppe descansa el derecho argumentativo sobre de cosas externas apropiadas al estilo lockeano sobre el hecho de que supuestamente sin ellos "todo dejaría de existir" y no podría darse dicha argumentación. En verdad no se necesitan derechos libertarios 100% lockeanos para sobrevivir, se puede vivir y argumentar en una socialdemocracia. 

6. Hoppe supone que si terceros tuvieran derecho sobre bienes que ya están ocupados previamente, todo fuera un desorden y "nadie tendría el derecho de hacer nada", olvidando que se puede establecer una cultura en una sociedad, y ésta cultura tiene mecanismos automáticos que categorizan la acción y pueden ser mixtos (no necesariamente 100% Principio de No Agresión). Por ejemplo en una sociedad que acepta que el hombre tiene derecho solamente al 90% del fruto de su trabajo, no hay ninguna confusión al estilo "no one would be allowed to do anything with anything",  porque ya está establecida y entendida culturalmente la violación al Principio de No Agresión. 

7. No hay razón lógica que establezca que lo natural es derivar los derechos basándose en un profundo análisis de la argumentación. Entonces la Ética Argumentativa no puede ser vinculada con el Derecho Natural. 

8. Hoppe señala que si no tuvieramos derecho sobre nuestro propio cuerpo, no podríamos argumentar. En verdad, si no podríamos usar nuestro cuerpo no podríamos argumentar. La argumentación solo revela un uso, no un derecho, y éste uso no es un acuerdo intersubjetivo como sí es un derecho. El uso del propio cuerpo es lo único que revela la argumentación. 

9. Ésta es una crítica que entiende el sentido a priori de la Ética Argumentativa y no pretende desvalidarla defendiendo paralelismos con "los mudos no pueden argumentar asi que para ellos no aplicaría la Ética Argumentativa" (Murphy, Callahan, Block). 

10. La naturaleza humana es muy difusa como para creer que de ella se pueda derivar nada más que el "Principio de no Agresión". 

11. En verdad, de la naturaleza humana tiran fuerzas en diferentes direcciones, solamente una de aquellas direcciones lleva al Principio de no Agresión. Entonces decir que "el anarcocapitalismo es el único sistema compatible con la naturaleza humana" es un reduccionismo antropológico. 

12. La Ética Argumentativa nunca señala que los Derechos Naturales son naturales, en verdad solo señala una manera racional de llegar a una supuesta conclusión praxeológica sobre el hecho de la argumentación, no sobre la totalidad de la naturaleza humana. 

13. No es natural derivar derechos racionalmente. 

14. La métodología que se usa para justificar la naturalidad de los "Derechos Naturales" no es natural. En verdad el ser humano ha plasmado en su sistema legal miles de elementos irracionales tanto hoy como hace miles de años. Lógicamente ésto no fue realizado racionalmente. Significa que es la totalidad del ser humano: su misticismo, ritualismo, pasión, irracionalidad, agresividad, su incomprensividad y su racionalidad lo que se debería llamar "natural humano" y el derecho que brota de tal terreno no es el Principio de no Agresión. 

15. La filosofía libertaria está demasiado aferrada al Derecho Natural, sin saber que su apoyo es endeble, ignorando también que puede haber otros puntos de apoyo más sólidos fuera del iusnaturalismo.

16. La filosofía libertaria se presenta como reduccionista frente a otros sectores de la academia como la antropología, la sociología, la historia y la filosofía moral cuando reclama que el Principio de no Agresión es Derecho Natural. 

17. Se puede prescindir del Derecho Natural para defender al libertarianismo. Combinando conceptos provenientes del análisis político al estílo Public Choice, la epistemología racionalista de Rand y Hoppe, la Economía Austríaca, la crítica al colectivismo de Nietszche, la defensa del hombre como escencialmente libre a lo Sartre y hasta de la crítica al poder de Foucault. El Derecho Natural es la defensa más simple y de ahí su común dogmatismo, bastan dos palabras: es natural.

18. El Anarcocapitalismo es racional, no natural. 




Sobre éste tema ya he escrito dos parábolas. La primera es un pequeño cuento sobre un extranjero en un pueblo religioso: Crítica a los Derechos Naturales. La segunda es un diálogo entre dos "esclavos" del siglo XXI mientras caminan por una de las capitales del Caribe: Crítica a la Ética Argumentativa de H. Hoppe. 


Para los que gustan de las metáforas, una más:

El azteca que cierra los ojos mientras ve cómo sacrifican a su hijo en el altar, respira. 
El sacerdote que manda a quemar a la bruja en el centro del pueblo, el mendigo que la mira, el borracho que la insulta mientras arde, respiran. 
El hombre que dice la ley soy yo, el que convencido besa sus pies y el que asesina en su nombre, respiran. 
El que acepta la ley tácita y aprende detrás de una capucha puntiaguda que los negros deben ser exterminados, desde su irracionalidad, respira. 
El que camina por las calles de LA esperando leer en las noticas que la Navy ya bombardeó el Medio Oriente. 
El que llama al pueblo para que lapide a su adúltera pareja.

El hincha que llora. 
El metalero que salta en el pogo. 
El votante que besa su papeleta y la deposita, con los ojos cerrados. 
Todos respiran. 

Los hombres respiran. Y La Ley brota de ellos. 

La Ley, al contrario, no respira, no nace con un objetivo ni puede albergar metas, es tan sólo un reflejo del rostro multicultural del hombre, son todos los respiros licuados y dispuestos de una manera que pueda sostener un orden. Ese orden puede ser el del Rey y la ley soy yo, con los vasallos seguros a sus pies. Puede ser también el de la cultura de miedo y el hombre mordiendo el labio porque se mueran todos los talibanes; el del joven acostado en el altar esperando a que le saquen el corazón para ofrecerlo al dios sol; el del anciano que besa la papeleta y vota con los ojos cerrados ... y todos esos otros órdenes que brotan de la naturaleza humana.



                                                                                                                                          
¿O no?

La ley crece sobre la paz y la guerra.



sábado, 9 de febrero de 2013

El anti misticismo de Rand

Hace pocos días estuve revisando a Rand, después de navegar por blogs y portales objetivistas y confirmar una vez más que es una corriente filosófica carente de herederos. Tal vez por que las palabras de Rand no han sido actualizadas ni filtradas, el objetivismo es un cuadro carente de evolución y de crítica dentro de la misma escuela, algo así como un evangelio. 
Sin embargo, después de pensar en los que para mi son sus errores, revisé sus puntos fuertes. Además de su sólida defensa del racionalismo en el campo epistemológico, encontré este extracto (algo polémico) que le compete más a la ética.



“Como producto de la división del hombre entre alma y cuerpo, hay dos clases de maestros de la Moral de la Muerte: los místicos del espíritu y los místicos del músculo, a los que llamas espiritualistas y materialistas; los que creen en la conciencia sin existencia y los que creen en la existencia sin conciencia. Ambos exigen la rendición de la mente, uno frente a su revelación, el otro frente a sus reflejos. Por más que vociferen ser irreconciliables antagonistas, sus códigos morales son iguales, así como sus objetivos: en lo material la esclavización del cuerpo; en el espíritu, la destrucción de su mente.
“El bien, dicen los místicos del espíritu, es Dios, un ser cuya única definición es que está más allá de los poderes de comprensión del hombre; tal definición invalida la conciencia humana y anula sus conceptos de existencia. El bien, dicen los místicos del músculo, es la Sociedad, una cosa a la que definen como un organismo que no posee forma física, un súper ser no corporizado en nadie en particular y en todos en general, excepto tú. La mente del hombre, dicen los místicos del espíritu, debe estar subordinada a la voluntad de Dios. La mente del hombre, dicen los místicos del músculo, debe ser subordinada a la voluntad de la Sociedad. La medida del valor del hombre, dicen los místicos del espíritu, es la gloria de Dios, cuyos parámetros están por encima del poder de comprensión humano y deben ser aceptados por la fe. La medida del valor del hombre, dicen los místicos del músculo, es el placer de la Sociedad, cuyos parámetros están por encima del derecho de juicio humano y deben ser obedecidos como principios absolutos. El propósito de la vida del hombre, dicen ambos, es convertirse en un zombi abyecto al servicio de una intención que no conoce, por razones que no debe cuestionar. Su recompensa, dicen los místicos del espíritu, le será dada más allá de la tumba. Su recompensa, dicen los místicos del músculo, se le dará en la Tierra... a sus tataranietos.
El egoísmo—dicen ambos- es el mal del hombre. El bien del hombre -dicen ambos- es renunciar a sus deseos personales, negarse a sí mismo, rendirse; el bien del hombre es negar la vida que vive. El sacrificio -sostienen los dos- es la esencia de la moral, la mayor virtud que el hombre puede alcanzar."